MIGUEL ÁNGEL Y LAS MANOS DE LA CAPILLA SIXTINA

Interpretación quiromántica de las manos pintadas por Miguel Ángel en los frescos de

La Capilla Sixtina

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El fuerte olor a café me despertó, era tan intenso y penetrante como la idea que hacía días rondaba por mi cabeza. Constante, repetitiva volvía una y otra vez, no podía dejar de pensar en el hecho que nadie se había dado cuenta de ello. Había pasado toda la noche revisando unas láminas de la Capilla Sixtina recién restaurada, era increíble, ¿Por qué nadie había reparado en la mano de Cristo en el altar mayor? Era innegable y diría que hasta obvio el hecho de que Miguel Ángel nos transmitió un código, un enigma o una realidad a través de las manos que pintó en los más de mil metros cuadrados con los que decoró la Capilla Sextina.

Existe la posibilidad que muchas de las respuestas e incógnitas que nos hacemos hoy en día estén escritas en esa mano, que es eje central y punto de fuga de los frescos que cubren las paredes y bóveda de la Capilla Sixtina. Con toda seguridad Miguel Ángel era portador de un conocimiento hermético que le ayudo a transmitirnos un mensaje que aún hoy es ignorado por la mayor parte de los seres racionales del planeta, ese conocimiento al que la ciencia oficial se ha interpuesto a lo largo de toda la historia y que aún trata de invalidar de cara al gran público. De lo que sí estamos seguros es que en esas pinturas hay una lectura esotérica y por lo tanto oculta al ojo desconocedor del lenguaje quiromántico. Nostradamus a través de sus centurias se permitió transmitirnos una serie de profecías para conocimiento de futuras generaciones y nosotros nos preguntamos, por qué no Miguel Ángel a través de su arte se dio la licencia de describirnos el futuro a través de las manos que pintó a lo largo y ancho de los frescos de la Capilla Sixtina.

Mi relación con el estudio de las manos que pintó Miguel Ángel en la Capilla Sixtina comenzó por cosas del azar, me encontraba en una reunión de semiólogos e historiadores del arte cuando uno de ellos mirándome fijamente a los ojos preguntó mi profesión, era el único ajeno a ese grupo y la verdad no pegaba nada, por lo que el menos pudoroso me pregunto a boca jarro:

  • A que te dedicas?
  • Respondí sin más preámbulos: soy quiromántico, me dedico a leer la mano.

Atenta a nuestra conversación la persona que me había llevado a la reunión se apresuró a contestarle al profesor de historia del arte.

 

  • Si, Francisco acaba de publicar su segundo libro, El Gran Libro de la Lectura de la Mano

Sabido es que el esoterismo y la ciencia oficial, ésa que se dicta ex catedra nunca han sido buenas compañeras, sin embargo el profesor comentó con una sonrisa en la boca  y con muy buen talante.

 

–  Conoces el ensayo sobre quiromancia de Omar Calabrese.

–  No? (Nunca había escuchado o leído, un trabajo de este semiólogo italiano).

–  De qué trata. Pregunte intrigado.

 

A lo que respondió muy vagamente sobre el contenido del ensayo de Omar Calabrese:

 

  • Es muy interesante, lo que propone en su ensayo o bien lo que intenta afirmar es que las manos que están pintadas en la cúpula y el altar mayor de la Capilla Sixtina son el autorretrato de Miguel Ángel.

Esa misma tarde conseguí el ensayo de Calabrese, parecía muy extraño que un afamado y respetado semiólogo italiano, intentará demostrar desde la quiromancia ‑y aquí radica lo extraño‑, que las manos que pintó Miguel Ángel en los frescos de la Capilla Sixtina sean el autorretrato de Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni.

El ensayo de Calabrese propone que a través de los libros publicados en la época sobre quiromancia, Miguel Ángel (de aquí en adelante M.Á.) adquirió el conocimiento necesario para poder representar el simbolismo de sus manos, además de la facilidad de poder tener como modelo su propia mano izquierda. No es una idea del todo errónea y por otra parte fácil de comprender, cierto es que todas las manos que vemos pintadas en la Capilla Sixtina guardan un gran parecido en cuanto a su forma, pero la forma sólo es una parte de la interpretación en el estudio de la lectura de manos, la quiromancia contempla tres apartados, ellos son a saber; la quiromancia que es el estudio de la mano basado en las líneas que se dibujan en la palma y las más populares son: la línea de la vida, la línea de la cabeza y la línea del corazón, que en el estudio de la anatomía reciben el nombre de líneas de flexión, la lectura por las líneas de la mano es la lectura más popular y difundida dentro del gran público. Otro apartado para entender el significado de nuestras manos es la dermatoglífica o el análisis de las manos por los esquemas que se forman en nuestra palma y dedos, son las popularmente conocidas huellas digitales, aunque estos esquemas se reproducen en toda la mano; palma y dedos, y por último la quirognomia que es el estudio de la mano por su forma, y creo personalmente que es en este apartado al cual se ciñó Omar Calabrese para proponer su tesis. Para un ojo entrenado y acostumbrado a ver miles de manos el primer dato que nos hace pensar que hay algo más que un simple dibujo es la relación que mantiene M.Á. con los símbolos que se interpretan entre la mano izquierda y la mano derecha, es claro y notorio el simbolismo que imprime en cada mano resaltando sus diferencias, tanto en montes, como en las líneas de cada mano, no hay dibujadas dos manos iguales en toda la Capilla Sixtina; ni en la bóveda ni en el fresco del Juicio Final pintado dos décadas y media más tarde. Nos preguntamos por qué en ocasiones sólo es la mano izquierda y en otra la derecha, y cuando se ven las dos manos no se repiten las líneas de la mano derecha con la izquierda, y difícilmente vemos en un mismo personaje sus dos manos, lo que nos imposibilita su lectura. Pero las manos en las que podemos observar su palma son de una claridad espectacular y nos permiten una interpretación concreta y real, desde allí es posible una interpretación quiromántica de las manos que están dibujadas en la Capilla Sixtina y es lo que nos proponemos analizar a lo largo de este ensayo.

Calabrese en su ensayo sólo toma en cuenta 6 manos de toda la Capilla, siendo todas ellas muy parecidas, sin embargo guardan diferencias notables claramente identificables para un ojo entrenado.

manos-dios-y-adan-capilla-sixtinaHe cuantificado 15 manos susceptibles de ser interpretadas, todas ellas muestran sus palmas hacia el espectador, 7 en la cúpula y 8 en el altar mayor. He encontrado dos más en el altar, pero pertenecen a personajes desconocidos y por lo tanto carentes de valor histórico.

Después de revisar minuciosamente las manos pintadas por M.Á.  en la Capilla Sixtina nos resulta más que intrigante y dudamos sinceramente que el señor Buonarroti no fuese un entendido en el arte de interpretar la mano. Sería mucha casualidad que M.Á hubiese pintado cada una de esas 15 manos con un simbolismo e interpretación muy concreto y específico por pura casualidad, o bien dictadas por una fuerza superior, en un estado de trance y sin ser consciente del mensaje que cada una de ellas encierra en sus palmas.

 

Cuando M.Á entra a trabajar en la capilla ya habían intervenido otros pintores en la decoración de sus paredes como Pinturicchio que había pintado La Circuncisión del hijo de Moisés o La vocación de San Pedo y San Andrés de Ghirlandaio entre otros varios. Pero trasladémonos al momento concreto en que Miguel Ángel iniciaba uno de los proyectos que cambiaría la historia del arte, esta se divide en dos etapas; una primera, entre 1509 y 1512 en la que decora la bóveda y los lunetos, y una segunda fase que consistió en decorar para gloria de la pintura universal con su composición monumental dedicada al El Juicio Final, realizada dos décadas y media más tarde entre 1537 y 1541.

 

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La Capilla Sixtina pertenece al conjunto de obras que llevo a cabo el Papa Sixto IV della Rovere, él inicio las obras de decoración de la Capilla, pero no fue él quien contrato a Miguel Ángel para terminar la decoración de la Capilla Sixtina. Corría el año de 1508, cuando el Papa Julio II  (Guiliano della Roveree)  le encargó para que pintara la bóveda, los tímpanos sobre las ventanas, los lunetos y las pechinas de los ángulos de la Capilla Sixtina, más de mil  metros cuadrados. Cuatro años más tarde, el 31 de octubre de 1512 la obra fue develada al público, el resultado fue tan impactante que no hubo quien no quedara sobrecogido ante monumental obra.

 

Pocas obras hay comparables a los frescos que pintó Miguel Ángel en ese espacio. Es importante observar que el artista basa la temática de su obra única y exclusivamente en la Biblia, libro sagrado del pueblo de Israel (antiguo testamento) y cristiano (nuevo testamento). Con tan vasto material se plantea una compleja trama de significados que nos comienzan hacer pensar en el simbolismo derecha e izquierda, en quiromancia su significado es muy concreto y es la base de partida en la actual interpretación de la mano. La relación de las temáticas de la parte derecha en relación con la parte izquierda y el sentido que posee la interrelación entre los diferentes personajes de la genealogía temporal de Cristo, de los profetas, de las sibilas y las escenas del Génesis nos plantea las primeras cuestiones de conocimiento esotérico y en este caso quiromántico.

 

Miguel Ángel supo sacar provecho y no se sintió limitado ni condicionado por  los frescos del siglo anterior que ya decoraban las paredes de la Capilla, allí se plantea ya la fusión de hermandad entre viejo y nuevo testamento. La historia de Moisés esta en el muro de la izquierda y los de Jesucristo en la derecha, estos temas no están enfrentados entre sí, por lo que M. A. desde esta perspectiva, que a los ojos del historiador convencional representa una idea neoplatónica de la humanidad, es en realidad la base de partida para su estudio del pasado y las posibilidades de la humanidad referentes al futuro desde la óptica de la visión simbólica quiromántica, mano izquierda los valores con los que hemos nacido, mano derecha lo que hemos realizado con esos valores. Parece muy arriesgada esta afirmación, pero todo el equilibrio del universo, de la humanidad y del cuerpo humano parte de esta división entre derecha vs izquierda, positivo vs negativo, frío vs caliente, macho vs hembra etc. etc.…

Si miramos con detenimiento las pinturas de los tímpanos, de los lunetos y de las enjutas son personajes menores que nos ofrecen la oportunidad de observar a la humanidad antes de la iluminación espiritual, en ninguna de ellas se nos muestra una mano vista por la palma, excepto la mano del profeta Ezequiel, todas las demás parecen querer esconderla. Las figuras de los tímpanos están de espaldas y contrapuestas a las que están situadas en las ventanas con los nombres de los personajes que representan la genealogía humana desde Abraham hasta Cristo, esta es la enumeración que nos proporciona el inicio del Evangelio de San Mateo, pero la lectura que nos propone M.A. no es lineal, hay que alternar las pinturas del tímpano del muro de la derecha con su correspondiente del tímpano del muro de la izquierda, manteniendo el orden impuesto por las pinturas del S. XV. Es importante aclarar que M.A. pintó un muro fingido para producir este efecto que produce un ritmo alternativo de salientes y entrantes rondando el espacio central. Recordemos que M.A. utiliza exclusivamente La Biblia para la temática de su obra, sin embargo en estos tres lunetos donde se prolongan las paredes de la capilla aparecen los profetas acompañados de sibilas y de atlantes con un cartel en donde aparece inscrito el nombre de los siete profetas según la tradición hebrea: Zacarías, Joel, Isaías, Ezequiel, Daniel, Jeremías y Jonás y las cinco sibilas de la tradición clásica: Sibila Délfica, Sibila Eritrea, Sibila Cumea, Sibila Pérsica y Sibila Líbica. Esta licencia que se permite M.A. al acompañar de figuras desnudas a estos personajes bíblicos y paganos nos está enfatizando una clara referencia al estado intermedio entre lo humano y lo divino, M.A. nos recuerda en esta zona de su obra cómo los profetas, que son los que interpretan la palabra de Dios a través de las palabras de las Sibilas, que son ellos y solamente ellos los que poseen plenos poderes sobrenaturales y que desde su plataforma pueden contemplar el espíritu divino, ya que las Sibilas debido a su condición pagana están en un nivel inferior.

Entrar allí es entrar en el cielo, su atmósfera mágica nos va inundando el espíritu y nos reencuentra con la divinidad. Sus frescos son una obra monumental y en extremo compleja, nueve paneles atraviesan el centro de la bóveda, todos ellos con escenas del antiguo testamento, divididos en tres series de tres cada uno, representando la creación del cosmos, La creación y caída de Adán y Eva y la historia de Noé.

Me gustaría partir este análisis desde el fresco de la creación de Adán que es con toda seguridad la más poderosa de las imágenes plasmadas por Miguel Ángel en la capilla Sixtina y pertenece ya al mundo arquetípico de la iconografía mundial. Esta imagen es precisamente la que me permitió comenzar a entender que esas dos manos a punto de tocarse las pintó una persona conocedora del lenguaje quiromántico. Observemos con detenimiento, Dios protege bajo su brazo izquierdo a Eva, ella aún no ha sido creada, en ese momento es una manifestación del inminente devenir divino. Para el simbolismo quiromántico la mano izquierda representa las cualidades con las que hemos nacido, es allí donde observamos los dones que los dioses nos han otorgado, es nuestro futuro proyecto de vida, pero sólo eso y nada más que eso, un proyecto que nosotros debemos realizar y es eso precisamente lo que se ve en la mano derecha, de allí que siempre se deben de leer las dos manos, cada una guarda un simbolismo, por eso suelen presentar dibujos diferentes nuestras dos manos. Eva aparece arropada por la mano izquierda de Dios, ella es su proyecto de futuro, es el devenir. Mientras que el brazo derecho de Dios, se extiende sobre un Adán que es presente. El simbolismo de la mano derecha nos indica como hemos desarrollado los dones con los que hemos nacido, es la manifestación visual de lo que hemos realizado, de nuestras actitudes en el pasado y que es lo que hemos hecho con aquello que nos fue otorgado en el momento de nacer. Adán está a la espera de recibir de “El Eterno» la descarga -7-de energía divina. Si observamos con detenimiento la mano derecha de Dios está a punto de transmitirle a Adán toda la energía del universo a través de su dedo de Júpiter, precisamente sobre el dedo de Júpiter de la mano izquierda de Adán, Dios mano derecha –la posibilidad de un futuro- Adán mano izquierda –las cualidades que nos regala Dios para afrontar la vida y ganarle-. Es en la mano izquierda donde se observan las cualidades o las herramientas que tenemos al nacer y es precisamente lo que unos segundos más tarde va a sucederle a Adán. En la simbología de la lectura de la mano, que difiere mucho de la interpretación que hace la astrológica, Júpiter representa la manera y forma en que proyectamos nuestra personalidad, es el ego, un buen monte de Júpiter indica que tenemos la posibilidad de llegar a la maestría en aquello que nos hemos propuesto, es allí sobre el monte de Júpiter donde se ubica el anillo de Salomón, línea secundaria que indica la perfección o maestría en una disciplina u oficio. Los dedos de Dios y de Adán aparecen separados por una distancia mínima, ese espacio representa la realidad y es el presente, es un espacio que da pie a la existencia del símbolo, ya que la realidad pura petrifica y consterna el alma. Si los dedos se tocasen, aparecería la obviedad; y la divinidad es sagrada, no manifiesta.

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En la mano de Dios aparecen con claridad tres montes perfectamente bien dibujados, dos que nos describen el yo interno ubicados en la base de la palma de la mano, son los montes de la Luna y el monte de Venus, y por otro lado la comunicación, dentro del monte de Mercurio que se ubica en la zona alta de la palma de la mano. En el monte de la Luna se ve la capacidad de soñar, es la fantasía en su estado puro, es la manera de manifestar nuestros sentimientos más íntimos; es la fantasía, la imaginación, el idealismo y cómo podemos materializar nuestros sentimientos románticos a través de la creatividad, la intuición y la fantasía.  El monte de Venus es la vitalidad, es la necesidad de ganarle a la vida y de materializar los deseos en algo concreto y objetivo; Venus es la fuerza de voluntad. Mercurio es entre otras cosas la manera en que nos comunicamos con los demás, esto se ve  tanto en el monte como el dedo de Mercurio, es el dedo meñique, este nos indica la manera y forma en que nos expresamos con los demás. El monte de Mercurio se encuentra en la parte pasiva y racional de la mano, en esta zona se ven nuestras manifestaciones creativas y como las expresamos de cara al exterior, Mercurio         también representa la intuición, es el intercambio y la manera en que transmitimos nuestros pensamientos a los demás.

Mientras que la mano izquierda de Adán aparece lánguida, sin vida aparente. Su dedo de Júpiter y Venus parecen querer cobrar vida, como si quisieran despertase de un letargo de siglos, ajenos a una eternidad que está por hacerse presente y presentárseles de cara al siguiente instante. Su mano derecha permanece acurrucada, cerrada sobre su costado en espera de los dones que recibirá de su creador.

Miguel Ángel seguramente intentó transmitirnos un conocimiento que tarde o temprano encontraría una respuesta, respuesta a ese saber eterno, a ese legado que parece ser es anterior al hombre, a ese ser racional que nos propone la ciencia. Obviamente la mano del Eterno que pintó Miguel Ángel en la cúpula, puede interpretarse a través de la quiromancia; el enigma surge que al ser la mano de Dios su contenido interpretativo nos habla de la historia de la humanidad desde su nacimiento hasta la hora del juicio final.

Es importante remarcar el manejo simbólico que utiliza Miguel Ángel en sus dibujos, siendo notables las diferencias entre los valores simbólicos de la mano derecha respecto a la mano izquierda, no hay un solo personaje en todos los frescos que enseñe las dos manos abiertas hacia el espectador, excepto una, la imagen de Dios en el tríptico de la creación del cosmos en el fresco » Dios separando la  Tierra del Agua”.

Esta imagen es la que precede a la creación de Adán, es el momento anterior a que el hombre ponga por primera vez su planta sobre la faz de la tierra, por eso no es extraño que M.A. haya decidido que sea la única pintura de toda la Capilla en donde podemos ver con toda claridad la palma de las dos manos y esas manos son precisamente las manos del Creador. es muy interesante ver que en este fresco ambas manos presentan unos excelentes montes de Júpiter, Venus y Luna, pero las líneas difieren de una a otra mano; en la mano derecha son inexistentes todas las líneas, excepto una firme, larga y bien dibujada línea de la vida, que en quiromancia es la intensidad, las ganas de vivir y la vitalidad, mientras más espacio hay entre el dedo de Venus y la línea de la vida mayor vitalidad, es uno de los mejores atributos que podemos ver en una mano, ya que imprime a nuestros actos cotidianos una dosis extra de vitalidad y de energía, es la forma en que deseamos vivir y la herramienta que nos lleva a ello. Mientras que en la mano izquierda se ven perfectamente trazadas las tres líneas principales; Cabeza, vida y corazón. Es predecible y diríamos que hasta lógico que en la mano de Dios no aparezcan en igual calidad y medida en ambas manos las líneas principales: vida, cabeza y corazón. Estas manos son la representación anterior al momento de la creación de Adán y Eva, por lo que se puede interpretar que el fin esencial de la realización de Dios es precisamente la creación del hombre como máxima expresión de la divinidad, ya que éste instante es justo anterior a la creación del ser humano, es precisamente el momento anterior a que el ser humano comience  su singladura, su incursión en este plano y empezar su andadura en busca de ese espejo que le permita reflejarse a imagen y semejanza Del Eterno. Por esa razón M.A. representó esas manos de forma diferente una de otra, en la mano derecha no están la línea del corazón y de la  cabeza están por dibujarse, es tarea del ser humano hacer que se marquen en un futuro que está por llegar, en la mano derecha está marcada una excelente línea de la vida dentro de un maravilloso monte de Venus, es el deseo de expresar la vida en toda su intensidad sin prejuicios ni restricciones, allí se encierra todas las posibilidades del futuro y no se niega nada. En la mano derecha  es visible aquello que hemos elaborado y trabajado a lo largo de nuestra vida, es el producto de cada día de tenaz esfuerzo en busca de una meta.  En la mano izquierda se leen los valores originales, por eso en esa mano Divina se dibujan las tres líneas principales: vida, cabeza y corazón, es la posibilidad total, la posibilidad que nos brinda el Eterno de asemejarnos a él. Por eso en la mano izquierda podemos ver perfectamente una bien dibujada línea del corazón, una clara la línea de la cabeza y una buena línea de la vida. En la línea del corazón podemos interpretar como expresamos nuestros sentimientos y afectos, que es lo que queremos y como somos capaces de amar. En la Línea de la cabeza se puede observar como manifestamos nuestros pensamientos, que es lo que nos motiva a tomar una decisión a la hora de actuar, lo racional o lo afectivo y la  forma en que los expresamos. Por lo que en este dibujo interpretamos como Dios: El Eterno, le da al hombre el libre albedrío, y ese albedrío esta en el soplo de vida a través de la vitalidad y de la fuerza por ganarle a la vida en ese excelente monte de Venus.

Otra mano de interés dentro de los nueve paneles de la cúpula, aparece en el fresco titulado  “La caída” que representa la expulsión de Adán y de Eva del paraíso. Es igualmente significativo que la mano que se muestra al espectador sea la mano derecha, la izquierda permanece oculta y le sirve para tapar la cara y poner distancia con los ángeles. En la mano visible podemos observar con toda claridad las líneas del corazón y de la cabeza, la línea de la vida es inexistente. Si la mano derecha es la realización y en ella se marca lo que estamos realizando y lo que hemos hecho con las cualidades que nos han sido otorgadas, la interpretación de esta mano es que el hombre necesita forzosamente para aferrarse a su afectividad y a su astucia intelectual para poder solventar lo mejor posible el embrollo en el que se acaba de meter, sólo de esta manera el hombre puede ser capaz de crear vida y volver a marcar su línea de la vida, y en este caso una nueva vida lejos del paraiso, entendido el paraiso como el máximo nivel de comunión, física y espiritual con el Eterno, ya que sin los valores que conllevan cabeza y corazón es imposble entender e interpretar la vida y vivir en ella.

 

 

Otras dos manos visibles en los paneles centrales de la cúpula aparecen en el tríptico de Noé en el fresco titulado “El Diluvio” en este fresco se puede observar la mano derecha de Noé y la de su esposa. La mano de Noé es poco visible, en cambio la mano de su mujer se puede interpretar perfectamente, en ella se observan una excelente línea del corazón y las otras dos líneas principales, la línea de la vida y de la cabeza no está surcando sobre su mano, ya que aparece en la mano derecha su interpretación es que sólo la facultad de amar a Dios sobre todas las cosas le permite y le da acceso a la opción de vivir el futuro.

 

En la única mano en que aparecen perfectamente bien dibujadas y definidas las tres líneas principales de todos los dibujos de la bóveda es en el fresco: “La embriaguez de Noé” y aparece en la mano derecha del hijo mayor de Noé “Ham”. Es una mano en la cual aparecen todas las cualidades positivas que uno puede poseer; excelentes montes, y perfectas líneas, sin fisuras ni rompimientos. No es sorprendente que las manos con mejores atributos sean

 

las del hijo del único hombre justo en la tierra, las manos de un superviviente del diluvio, la interpretación de esa mano es que el equilibrio sólo se encuentra

en la justicia, cuando uno es impecable en todos los actos de su vida y no hay concesiones ante nada, es el respeto a la ley del creador y no hay fisuras en la fe, es entonces cuando se da el equilibrio interior y la duda desaparece, sólo de esta manera podemos vivir por encima de la adversidad y manifestarnos con toda intensidad con nuestros valores interiores de forma libre y con total dignidad. Después de observar miles de manos puedo afirmar con rotundidad que no es fácil de ver una mano con sus tres líneas principales equilibradas y perfectamente bien dibujadas, sin rompimientos, islas o fisuras, hay pocos seres que vivan la vida que realmente les corresponde, son demasiadas las concesiones que nos exige todo lo que nos rodea como para no ceder ante los fuegos fatuos.

 

A lo largo de toda la bóveda de la capilla Sixtina se alternan los profetas del viejo testamento con las sibilas paganas, por un lado los que interpretan las palabras divinas y por otro quienes la transmiten. De todos estos personajes el único que nos presenta abiertamente la palma de su mano es Ezequiel, precisamente fue él quien predijera la destrucción de Jerusalén y de la nación judía.

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La mano del profeta Ezequiel es de una intensidad desmedida, proyecta una seguridad comparable a la de Cristo en el altar. Es una mano excelente, la diferencia de esta mano con la del hijo de Noé; Ham, que siendo una mano arquetípicamente buena y sin ningún atributo negativo le falta vivir, le falta trabajo sobre su palma para hacerla consecuente con sus atributos. En cambio podemos observar en la mano del profeta Ezequiel que le brotan y salen de sus líneas y montes los hechos y los actos vividos y trabajados a pulso a lo largo de su dilatada vida, es una mano que desborda energía y vitalidad. Todos los elementos de esta mano, que parecen estar dando y no recibiendo son el ejemplo paradigmático de la espiritualidad, de la comunión con el eterno y del respeto de las leyes, de la bondad y del trabajo a través de la fuerza de voluntad, esa que sabe imponerse a los imponderables que nos va imponiendo la vida para sobreponernos a cada uno de ellos con total dignidad en consecuencia a nuestro destino, ese que -10-vamos haciendo día a día. Las manos pintadas en la Capilla Sixtina son en verdad el reflejo del alma, del alma universal que busca en su esencia la comunión con Dios, son manos que se asemejan al equilibrio total, eso que damos en llamar la perfección. Al parecer lo que intentó M. Á. a través del compendio de manos que aparecen en los frescos de la Capilla Sixtina es retratar la dualidad del destino que le espera a la humanidad ante las dos alternativas que le ofrece el futuro; vivir en Dios o sin él; si nos alejamos de Dios, si hacemos caso omiso de nuestra espiritualidad y nos dejamos absorber en cuerpo y alma por el maligno nos espera vivir en la angustia, es la señal inequívoca del devenir del hombre y del padecer en los años venideros, todo eso aparece reflejado a través de las manos que aparecen en el Juicio Final. Por el contrario si vivimos con Dios y en él, con los pies en el suelo y la cabeza en el cielo nos espera la sabiduría y la  comunión con el eterno que es lo que representa la mano del Profeta Ezequiel, los atributos positivos nos son otorgados en el momento de nacer, es  lo que representa la mano de Ham, pero ese largo recorrido hasta la perfección de la mano del Profeta  Ezequiel sólo se logra desde la honestidad del trabajo interior y de la completa armonía con el respeto de las leyes de la tora. Esas dos décadas y media que separan las pinturas de la bóveda con el altar mayor de la Capilla Sixtina, se ve en M.Á. una reafirmación respecto a su postura y compromiso con el pensamiento mágico, así lo demuestra el simbolismo y tema elegido para culminar su gran obra, » El juicio final «. Es sorprendente la diferencia entre ambos estilos, el juicio final es un severo retrato de la actitud religiosa de la época, en la parte baja del cuadro, se ve salir a los muertos de sus sepulturas ante el sonido seco y demoledor de las trompetas angelicales, los de la parte derecha son precipitados al infierno, y en medio podemos observar un lúgubre Caronte, ansiosamente expectante; la parte media del cuadro lo domina la imagen de Cristo, junto a Su Madre, ambos rodeados de santos, apóstoles y profetas; la mano de Cristo en alto, es una mano perfecta, mantiene un equilibrio excelente la palma, respecto a los dedos. La palma de la mano representa el mundo interno, es la parte espiritual, son los sentimientos y nuestras fantasías, allí observamos la vitalidad y los deseos, es la parte femenina, mientras que los dedos son su antagónico es allí donde se manifiesta nuestro yo más racional, es la parte caliente de la mano, es el opuesto a la palma allí se ubica la parte masculina y se ve la forma en que estamos pensando en ese momento. Es en la única mano de toda la capilla en que aparecen todas las líneas perfectamente bien definidas, al igual que todos los montes de la palma de la mano y no sólo las líneas principales, sino que podemos observar en esta mano una excelente línea de Apolo y de Mercurio. Estas dos líneas pertenecen al grupo que he identificado como líneas de destino o vocacionales, tanto Apolo como Mercurio, representan todos los valores positivos que somos capaces de transmitir a los demás es la forma en que proyectamos la bondad y la ternura de forma explícita hacia quienes nos rodean. Los montes que dominan la palma de la mano son Venus y Luna, ya descritos anteriormente, pero que en esta mano son el apoyo de un deber que se plantea necesario, en donde no puede haber resquicio para dudas e incertidumbres. La única parte poco visible de la mano es lo que antiguamente se denominaba llanura de Marte y que he incorporado como Plutón; dueño y señor de esa región de la geografía de la palma de la mano, allí se encierra nuestro tesoro interno, aquello que no es visible y sólo es perceptible por el corazón, de allí que Miguel ángel lo haya dejado sin luz, ya que es nuestro mundo interior. La imagen de Cristo dominando, no sólo el altar, sino toda la capilla en general, es la representación de la autoridad; es impactante observar el poder que ejerce en esta pintura la mano de Cristo, es la mano de quien acaba de resucitar a todos los muertos y ha dictado juicio sobre el destino de todas las almas del mundo, María evita mirar a los condenados apartando su cara con ambas manos, esta imagen del juicio final nos transmite la confusión del hombre ante la espiritualidad, es el reflejo del caos de una sociedad embarcada en la lucha por el poder, ajena al desarrollo espiritual, M.Á. consciente de quien iba a ganar la batalla en el futuro, nos transmitió en las manos que aparecen en la bóveda y en el juicio final los valores de la auténtica eternidad espiritual, sobre todo, si partimos de los valores que encierra, desde la óptica de la Quiromancia, la mano de Cristo.

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Francisco Rodríguez